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EL “TELÓN DE SEDA”: LA ANTESALA DE LAS GUERRAS AFRICANAS DE LOS NOVENTA

Lejos de lograr una emancipación real, África se convirtió durante la época de Guerra Fría en uno de los principales escenarios en los que EEUU y la Unión Soviética se disputaron la hegemonía del orden constituido tras la Segunda Guerra Mundial, eso sí, “utilizando los cuerpos africanos como carne de cañón”.

EL “TELÓN DE SEDA”: LA ANTESALA DE LAS GUERRAS AFRICANAS DE LOS NOVENTA - pacogarabato
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Guerras cruentas como las de Angola o Mozambique, por poner algunos ejemplos, cabe encuadrarlas en un contexto de internacionalización de la violencia en el que los diferentes actores africanos se convirtieron en meros (aunque también interesados) títeres de las ansias y pretensiones de Washington y Moscú.
Un informe gubernamental estadounidense, donde se evaluaba el potencial que representaba África para EEUU en 1963, declaraba lo siguiente: “Consideramos que África es probablemente el mayor campo de maniobras abierto en la competencia mundial entre el bloque comunista y el mundo no comunista. (…) proponemos encaminar nuestros esfuerzos a favorecer a los líderes dinámicos y progresistas que sean razonablemente amistosos”. Aún siendo perentorio cuestionarse lo que por “dinámicos y progresistas” entendía dicho informe, la lógica de los años de Guerra Fría es más que evidente, sin desmerecer la importante responsabilidad que también tuvieron las elites africanas.
Las “Guerras Calientes”
Angola sufrió tras su independencia en 1975 (y después de catorce años de enfrentamiento contra Portugal) el inicio de una guerra configurada por dos bandos: por una parte, el gubernamental Movimiento Para la Liberación de Angola (MPLA), de José Eduardo Dos Santos, obtuvo el apoyo incondicional de la Unión Soviética e incluso de 60.000 soldados cubanos; por otra parte, la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), liderado por Jonas Savimbi, fue respaldada directamente por EEUU y por el régimen sudafricano del apartheid.
En Mozambique , el también socialista y en el poder Frente de Liberación Mozambiqueño (FRELIMO) estuvo apadrinado por el bloque comunista, mientras que la guerrilla de la RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña) recibía cuantiosas sumas de dinero y de apoyo militar procedentes de EEUU y Sudáfrica. De igual modo, crueles dictaduras como las del legendario Mobutu Sese Seko en el Zaire o el régimen del apartheid en Sudáfrica fueron bendecidas y respaldadas desde su inicio por la Casa Blanca, mientras que otros regímenes despóticos como el de la Etiopía de Mengistu fueron abrazados por el Kremlin.
Algunos autores afirman que la Guerra Fría fomentó el clientelismo de los estados africanos con respecto a las potencias occidentales, principalmente hacia EEUU, y en menor medida hacia los países del bloque del Este.
La contrapartida a la gran influencia a la que estaban sometidas las elites africanas durante esta época fue “su importante capacidad de negociación, de regateo, de hacer pagar muy caro, en términos de ayuda, de apoyo o de cerrar los ojos ante la corrupción o violación sistemática de los Derechos Humanos, su alineamiento con uno u otro bloque”.
Este privilegiado papel concedido a las elites africanas consolidó tras el proceso de independencias el desarrollo de un estado neopatrimonial, es decir, una realidad en la que el derecho a gobernar descansa casi exclusivamente en una persona, y en la que las posiciones en la administración del estado son utilizadas para conseguir beneficios económicos de todo tipo para el dirigente y para sus redes de patronazgo: “la autoridad se mantiene, no tanto gracias a concepciones ideológicas compartidas o al respeto de la ley, sino por medio de esas redes clientelares que atraviesan toda la administración”.

[ÁFRICA, EL CONTINENTE MALTRATADO]

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