Las 50 llamadas que recibió Fernando del Paso
Como siempre, muy elegante, Fernando del Paso no pospone ningún tema de conversación. A su parecer, México “está en una decadencia pronunciada” y confiesa que, después de tres cánceres y varios ataques cerebrales, ya no escribe, y solamente lee la prensa.
Agradeció a España su labor en la defensa de la literatura latinoamericana y opina que el español “se está enriqueciendo cada vez más”, gracias sobre todo a su creciente presencia en Estados Unidos.
Sobre la gala de premiación del Cervantes, dice estar “temeroso” y un poco “cohibido”, mientras empieza ya a procesar el que será seguramente el discurso más importante de su vida.
El autor vive con su esposa en una colonia de cuyo nombre, La Calma, refleja la tranquilidad de la luminosa casa de dos pisos y pequeño jardín del matrimonio, que se conoció antes de entrar en la universidad.
Una calma rota estos días por el incesante timbrar del teléfono y la constante llegada de periodistas que son atendidos por su enfermera, Lupita, y una empleada doméstica, la señora María.
¿Cómo se enteró de que era el ganador del Cervantes?
“Me habló mi hija Paulina a las 6 de la mañana. Se enteró primero porque un amigo que consultó su internet la despertó para decirle. Ella estaba en Los Cabos, Baja California”.
¿Cuántas llamadas?
“Cuarenta o cincuenta llamadas, de todas partes”.
¿Cuáles han sido las que más le han emocionado?
“Es difícil decirlo pero las de mis seres queridos. Mi hija Adriana, mi hija Paulina. Primos que no había visto ni oído (de ellos) en muchos años”.
Entiendo que una de las personas en las que ha pensado en las últimas horas ha sido en Carmen Balcells, su editora, recientemente fallecida. ¿Qué le diría a Carmen en estos momentos?
“Me dolió muchísimo su muerte. Muchísimo, muchísimo y ahora más”.
Con su fallecimiento se perdió a alguien muy importante en el mundo de las letras en español.
“Muy importante. Era una institución, no una agencia”.
Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005), José Emilio Pacheco (2009) y Elena Poniatowska (2013). Usted es el sexto mexicano en recibir el Cervantes. ¿Qué siente al estar junto a los nombres que le he mencionado?
“Pues muy contento, muy halagado, muy orgulloso. Me siento muy bien porque amo mucho a España. El hecho de que hablen el mismo idioma que nosotros, qué coincidencia tan grande (bromea). Es nuestro. Es mi idioma, el idioma en el que dije “mamá” por primera vez, en el que escribo. Que nuestra madre patria se preocupe de la literatura en Latinoamérica me llena de satisfacción”.
Elena Poniatowska decía que su Cervantes era el reconocimiento a alguien que no tiene una sola respuesta y que lo único que ha tenido a lo largo de su vida son preguntas y más preguntas. ¿Coincide?
“Sí, no hay respuestas”.
El jurado ha justificado el galardón porque considera que en el desarrollo de sus novelas, usted ha aunado modernidad y tradición, como hizo Cervantes en su momento. Entre sus obras está “Viaje alrededor del Quijote” sobre su experiencia como lector de esa obra universal. ¿Siente que le debe mucho a Cervantes como escritor?
“Cuando me han preguntado de mis influencias he nombrado a Faulkner, a Joyce, a Dos Pasos, a Flauvert, luego me preguntan por qué no has mencionado a los españoles. Porque no son influencias, los llevo en la sangre, les digo”.
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