La contracara de Murillo
La última creación de la norteamericana Kara Walker, una sorprendente esfinge de azúcar, es una poderosa obra cargado de simbolismo que en primer plano un abánico de tensiones: de la esclavitud, al racismo y la explotación laboral.
A unas cuadras de donde se realiza la primera exposición individual de Óscar Murillo en Nueva York, la artista norteamericana Kara Walker (Stockton, 1969) ha sorprendido con su última creación ‘A subtletly or the Marvelous Sugar Baby’.(An homage to unpaid and overworked artisans who have refined our sweet tastes from the cane fields to the kitchen of the new world on the occasion of the demolition of the domino sugar refining plant).
Se trata del primer proyecto público a gran escala de Walker, una de las artistas más provocadoras de los últimos años en Estados Unidos. Una monumental figura, de más de 11 metros de altura y 22 de largo, de una ‘esfinge’ con cara y cuerpo de mujer negra en las instalaciones de lo que era, hasta hace unos años, una importante fábrica de azúcar. El escenario es impactante: ahí se blanqueaba el azúcar de caña, café, producto del trabajo de esclavos negros en el caribe.
La esfinge tiene una poderosa carga simbólica. Un figura de una mujer, de azúcar blanca, de rasgos negros, con un trasero enorme que nace y termina en una vulva expuesta. La esfinge reproduce estereotipos raciales asociados a la mujer negra: una pañoleta (como la de Aunt Jemima) de quien cuida a los niños de las familias blancas; y la voluptuosidad sexual.
El trabajo de Walker es poderoso e invita a un sinnúmero de reflexiones. De la historia de la esclavitud y el comercio, a la violencia sexual y racial en la historia de los Estados Unidos. El título en inglés A subtlety, (una sutileza), hace referencia a pequeñas esculturas de azúcar que eran artículos de lujo para la aristocracia europea en la edad media. El azúcar dejó de serlo en gran parte debido a la explotación de esclavos negros. “El azúcar está manchada de sangre” ha dicho Walker.
El camino que antecede a la escultura cuenta con 13 figuritas de niños color melaza, que Walker modeló a partir de figuras que reproducen estereotipos racistas que compró en Amazon y que se hacen en China.
La obra de Walker pone de frente la política del poder, del racismo, del cuerpo y de la sexualidad de la mujer negra. Trae al frente la historia de la esclavitud como fuente del comercio y del poder industrial que se forja con la sangre y el sudor de los desprotegidos.
Kara Walker ha recibido varios premios y becas, incluyendo la prestigiosa beca MacArthur para genios en 1997.
Fuente: revistaarcadia.com