LA VUELTA DE LOS JUEGOS TRADICIONALES
La pasada década terminó con el hiperrealismo llevado a la máxima potencia en cuestión de videojuegos, con unas imágenes tridimensionales que en ocasiones nos hacían dudar de su veracidad, lo mismo que en cine, donde ya es difícil distinguir a los actores de los “muñecos”. Sin embargo, cada vez es más frecuente que los juegos que triunfen sean los más sencillos, los de toda la vida: de plataformas en 2D, tipo puzzle, de cartas o de memoria visual. Podemos encontrar las reglas para jugar al BlackJack online en William Hill y, directamente haciendo clic, ir a jugar desde el ordenador o desde el smartphone. Igualmente, disponemos de juegos de ruleta y otros de baraja. El Candy Crush se sigue actualizando porque los usuarios consiguen superar todos los niveles, y el Flappy Bird consiguió un importante número de clones a raíz de su retirada de las tiendas de apps. ¿Qué está pasando que lo que nos entretiene estaba inventado desde hace ya tiempo?
Para empezar, cuando las reglas del juego son simples y fáciles de entender, por lógica enganchan a un mayor número de usuarios. Si además la usabilidad no requiere memorizar interminables secuencias de comandos, eso también ayuda mucho. Otro aspecto muy valorado hoy es la ligereza: que no ocupe mucho espacio en nuestro dispositivo, que no lo recaliente, que no consuma mucha batería. Como hemos llegado a un punto en que la mayor parte del contenido se distribuye de manera gratuita, existe también una tendencia a acumular cuanto más, mejor, y así, normalmente tenemos instaladas muchas aplicaciones, ya sea en el ordenador o en el smartphone o tablet. No queremos borrar ninguno, así que todo debe ser pequeño.
En el caso concreto de los juegos de casino que mencionábamos al hablar de William Hill, existen otros dos factores que consiguen muchos adeptos: el primero, que no es necesario apostar para jugar, pero que si lo desea, el jugador puede formular apuestas con dinero real; esto da la libertad del sí o el no, del ahora no pero luego sí. El otro factor importante, que también comparte por ejemplo Candy Crush, es el componente social: poder jugar con y contra otros y compartir nuestros logros o recursos. Es una manera de vivir una historia conjunta, y eso, cada vez más, engancha.